SURFEANDO LAS OLAS EN MI VIDA... rescatando placeres valores e identidad
Hace más de una década, que me miré largamente en el espejo y me dije:
— esta vida no me gusta, esta no soy yo, …y NO VOY A ENVEJECER ASÍ!
Aún recuerdo ese arranque de sinceridad entremezclado con lágrimas de desengaño y el sobrecogimiento por las consecuencias que podría traer una decisión de esta magnitud. Pero estaba decidida. No había retroceso posible. En algún punto del camino perdí de vista mi esencia y mis VALORES, y había llegado el momento de salir a su rescate. La ruta quedó claramente demarcada por la consistencia y determinación tenazmente sostenida en ser fiel a mí misma, cada día. Así toma forma esta historia…
Un deseo escondido desde mi adolescencia ha sido aprender a surfear. Simplemente no he tenido el coraje ni las agallas de asumir ese reto. Montarme en la tabla e intentarlo setenta y siete veces hasta lograrlo. Dejarme de excusas y despreocuparme de hacer el ridículo una y otra vez.
A pesar de mi falta de coraje en ese sentido, algo que si hice a mis 42 años rodeada de los mismos niveles de incertidumbre que me significan las impredecibles olas del mar, fue tirarlo todo, casi todo por la borda de mi vida y empezar el boceto desde cero. Profesión, hábitos de vida, pareja…casi todo. Así lo hice.
“Le pasé el switch” a la vida que NO quería. No porque estuviese mal (no del todo) sino porque finalmente entendí que poco encajaba con mi ESENCIA y mis VALORES. Apagué la luz, tomé fuertemente de las manos a mis dos hijas, y nos montamos en esa tabla, a surfear las olas que viniesen. Salvajes, suaves, divertidas, y unas cuantas veces temerarias. Dispuesta a los revolcones necesarios y a tragar toda el agua salada que hiciese falta para vaciarme y limpiarme de LO QUE NO ES.
Y a continuación, la aventura de explorar, visionar, PRACTICAR, FALLAR, depurar, INTENTARLO NUEVAMENTE e integrar con implacable resiliencia. Exactamente de la misma manera como se traza un boceto artístico: líneas matrices que delinean el concepto, formas definidas, aunque difusas y flexibles para ajustar a conveniencia de lo va tomando nuevo cuerpo.
- ¿QUÉ es aquello que me INSPIRA y me PERTENECE?
- ¿Dónde está plasmado en mi vida lo que me es propio y me autoafirma?
- ¿Cómo logro CONGRUENCIA entre mis VALORES, deseos, compromisos y quehaceres?
- ¿Cómo escojo mis placeres, vivo mi pasión y ejerzo mi vocación en redefinición, teniendo como fin último mi auténtico RITMO de BIENESTAR?
En verdad es complejo replantearse la vida cuando todo está en curso. Nada se detiene a nuestro alrededor, aun cuando estemos en modo revisión. Sin embargo, una vez vacías el morral de todo lo que no quieres llevar encima, comienza el fascinante y valioso proceso de decidir cómo es esa VIDA QUE SI QUIERES.
Cuáles son los PLACERES olvidados, los VALORES a rescatar, los ROLES a reencuadrar con los cuales somos capaces de COMPROMETERNOS hasta la médula. Reducido a este sencillo esquema, así quedó formulado un primer borrador de mi propio RITMO de BIENESTAR que permanece enriqueciéndose en constante r-evolución :
- PLACERES triviales, fugaces y juguetones que le dan alegría y ligereza al minuto siguiente©.
- VALORES esenciales que sustentan la columna vertebral de nuestro esqueleto.
- ROLES, IDENTIDAD y VOCACIÓN, filtrados a través del tamiz de las FORTALEZAS personales(*) que le otorgan sentido de vida y trascendencia a nuestro quehacer.
Lo que descubrí a través de este aparente sencillo proceso fue una poderosa revelación sobre los movimientos de energía. Cuando accedemos a ese espacio de profunda honestidad con nosotros mismos acerca de lo que nos produce placer y alegría, lo que nos conecta con nuestra esencia y brillo, la vida se encarga de colocar delante de nuestros ojos aquellos elementos clave que nos permiten articular un todo coherente. Es la energía vital susurrándonos al oído, sigue así, vas bien!
En la práctica, no es un “baja el telón, sube el telón y se inicia la siguiente obra…”. Hay un crucial movimiento de transmutación por realizar. ALGO DEBE MORIR DENTRO DE NOSOTROS para que lo siguiente aflore. Hábitos de vida, actitudes mentales, formas tóxicas de procesar nuestras emociones y creencias que nos damos cuenta ya no nos sirven para la vida que ansiamos reconstruir.
Algo ha de extinguirse para que la vida que puja por resurgir pueda retoñar y transitar los estadios del ciclo vital. Paso a paso y sin excepción alguna.
Los cambios no son instantáneos. Quisiéramos que fuesen en un pestañear, pero no lo son. Quisiéramos fuesen menos trabajosos, y en algún momento hasta menos dolorosos. No siempre lo son. El parto duele porque nuestro cuerpo sufre brutales transformaciones en el proceso de dar a luz y porque le ponemos nuestra buena dosis de resistencia al cambio que estamos transitando. Hay retrocesos, dudas, temores y hasta paralización. Pero hay esperanza también.
Mientras respiramos nuestro proceso, salimos a la vida, a ese espacio creativo para reiniciar el ejercicio de hacerlo diferente esta vez.
Mientras exista un nuevo amanecer, habrá otras oportunidades para forjar lo que Sí queremos.
Me gusta despertar antes que salga el sol. Respirar la paz y la soledad que se siente a esa hora. Y sentir que mi cuerpo se va desperezando con el ritmo que va tomando el nuevo día: un lienzo en blanco a la espera que dibujemos nuestro siguiente paso hacia LA VIDA QUE SÍ QUEREMOS.
Considero que es tan retador o más, que montarse en una tabla (…cosa que sigue en mi bucket list) pero bien vale la pena hacerlo. La vida que si quiero, minuto a minuto.
Sencillamente excelente este relato apreciada Katy! Mi mayor admirscion por tu forma de escribir! Aquí estaré atenta, ávida de seguir leyendo y llevando paso a paso mi propio crecimiento! Sigue adelante! Éxitos totales en esta nueva etapa!
Gracias por tus palabras de aliento y entusiasmo. Adelante!